La nueva lámpara de Marset tiene nombre de diosa griega. La imponente Theia, diseñada por Mathias Hahn, pertenece a la nueva colección 2016 de la firma catalana. Theia es la madre del sol, la luna y la aurora, y da nombre a esta lámpara porque con su diseño se quiere ensalzar la belleza de la luz y la fascinación que la marca siente por ella.



En esta nueva incorporación al catálogo de Marset, materiales y formas son el medio para materializar el objetivo del producto: unir en una misma pieza luz y sombra.

Theia tiene dos caras, para descubrirlas y disfrutarlas sólo hay que girarla suavemente sobre su eje. Se puede dirigir hacia el usuario y así utilizarla como lámpara de lectura. O bien hacia un objeto o una pared, creando un sutil efecto de luz indirecta que crea en un instante un cálido ambiente. Este giro cambia completamente la percepción de la pieza, ya que su difusor metálico es totalmente opaco. Pasamos de la luz a la sombra con un solo gesto.

Su diseño formal es básico y reducido: dos semiesferas colocadas una en horizontal y otra en vertical que interseccionan entre sí. Con un pie metálico también circular, en su versión de mesa y en la de pie. Estas formas elementales hacen posible que, a partir de una fuente luminosa, la luz se proyecte, se refleje y sea absorbida por los objetos, para gozo de nuestra mirada.
Afincado en Londres, Mathias Hahn se graduó en Alemania, en el año 2004, donde fue ganando experiencia en el departamento de diseño de producto de Volkswagen, en Wolfsburg.

Desde que se mudó a Londres, cursó un máster en el Royal College of Art con Ron Arad y trabajó como diseñador autónomo para Tom Dixon. En 2006 fundó junto con otros miembros el OKAYstudio. A partir de ahí ha trabajado en diversos proyectos de diseño industrial para clientes como Marset, Ligne Roset, o Kvadrat.


Concibe su trabajo bajo dos prismas: Uno se basa en la idea de crear objetos que ocupan un lugar en la vida diaria y solucionan un problema particular. El otro punto de vista está relacionado con el lado narrativo del proceso de diseñar, que a veces funciona como punto de partida. Dependiendo del proyecto estos dos aspectos se unen y forman productos útiles que pueden mostrar un toque de humor, un contexto social o incluso un punto ingenuo.

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